La profesora Genara Castillo destaca la trayectoria humana y académica de Denny Enríquez, formador de generaciones en la Universidad de Piura, maestro de ética empresarial, sentido común, servicio, fe cristiana y ejemplo universitario permanente discreto.
Por Genara Castillo. 16 diciembre, 2025. Publicado en Conexiones en diciembre 2025Conocí al ingeniero Denny Enríquez Palao hacia fines de los años ochenta en la Universidad de Piura, época dura por el terrorismo y la crisis económica. A pesar de las adversidades, en Piura se forjaba una universidad, cuya misión es formar “mejores personas, mejores profesionales” con una identidad cristiana que invita -en un ambiente de respeto a la libertad personal- a ser santo en medio del mundo y a través de la vida ordinaria.
Hemos compartido clases en común con Leonardo Polo, Juan Antonio Pérez López, Vicente Rodríguez Casado, Carlos Llano, Pablo Ferreiro, entre otros maestros que ayudaron a formar la personalidad de varias generaciones de profesores de la Universidad de Piura. Podría abundar en aspectos relacionados con las virtudes y la integridad de Denny: como profesor, padre de 10 hijos y como esposo de Thyra, pero quisiera centrarme más en su tarea universitaria.
A lo largo de su trayectoria como maestro, Denny ha contribuido a formar 45 generaciones de jóvenes profesionales. Una tarea grata y un desafío para un profesor que puso sus talentos en juego en cada clase. En el curso de Ética empresarial que compartimos, nos dio el testimonio de su gran profesionalidad, su empeño por buscar bibliografía consistente y a la vez novedosa, con casos empresariales nacionales y del extranjero, ya que formar la conciencia moral de los alumnos es una tarea muy profunda.
Denny y el equipo de profesores de la Facultad de Empresas en Piura y de la Escuela de Dirección PAD, donde también fue uno de sus profesores pioneros, han ayudado a cultivar entre sus alumnos, un amor por el saber que les da las competencias necesarias para ser profesionales con valores, virtudes éticas, y siempre con espíritu de servicio.
Cómo profesor de ética empresarial nos ha enseñado la influencia positiva de la empresa: procurando dar primacía a las personas sobre las cosas, generando empleo digno, evitando confundir los medios (dinero, poder, reputación) con los fines (el bien común), usando bien los recursos, las ganancias económicas, necesarias para subsistir, dar trabajo y contribuir al bien común en cualquier organización.
Como colega universitario, recuerdo conversaciones que siempre ayudaban a ser mejor. Denny tiene un “doctorado en sentido común” que comunica dentro y fuera del aula. Le gusta reflexionar antes de hablar y es un buen consejero, con frases muy agudas. Y tal como ha contado en la clase como profesor emérito, el 18 de noviembre en el Campus Piura, conoció en Roma en 1973, a san Josemaría, primer Gran Canciller de la UDEP, quien a un grupo de jóvenes reunidos con él les sembró la siguiente inquietud: “Que luchéis, que recéis y que no os aburgueséis”.
Los santos tienen la virtud de no pasar de moda. Esas palabras de san Josemaría nos mueven a procurar ser mejores cristianos, a luchar todos los días, a cultivar una relación de intimidad con Dios y a evitar el aburguesamiento, que requiere “salir de nuestra zona de confort”. Y ese consejo de un santo, nos viene como anillo al dedo para renovarnos siempre, para no acomodarnos, ni cansarnos nunca.
Hay muchas enseñanzas, emociones, personas y recuerdos que se me quedan en el tintero. La vida universitaria es muy rica. Pero vayan estas líneas para reconocer la labor fecunda de un maestro y formador de generaciones a quien la Universidad de Piura ha reconocido como profesor emérito de su claustro y de quien esperamos que nos siga orientando con su sentido común, su ejemplo y buen humor, envueltos siempre en una fina y elegante discreción para saber pasar oculto, casi sin hacerse notar, como decía el Fundador y Gran Canciller de nuestra Universidad: “Ojalá seas como un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se derrumbará la casa. (Camino, 590) ¡Gracias maestro, Denny Enríquez!








